Más de la mitad
Por Carlos C. Claá *
Desde que el voto es voto, es decir, universal, secreto y obligatorio, fueron pocas las veces que un candidato a presidente pudo superar el 50 % de los sufragios. Solo tres personas ostentan este honor: Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo Perón – en tres oportunidades- y Raúl Alfonsín.
La primera elección nacional en la que un candidato fue distinguido con más de la mitad de los votos fue en 1928. Los últimos dos presidentes habían salido de la Unión Cívica Radical: Hipólito Yrigoyen, de 1916 a 1922 y Marcelo Torcuato de Alvear, de 1922 a 1928. Hasta ese momento, los periodos duraban seis años y estaba prohibida la reelección, cuestiones que luego fueron modificadas constitucionalmente.
El 1° de abril de 1928, se realizaron las elecciones nacionales. Las fórmulas con más posibilidades de ganar eran del mismo partido. La U.C.R. se había desmembrado entre quienes seguían al líder Yrigoyen y los antipersonalistas, que proponían a Leopoldo Melo. El ex presidente, que ya tenía 76 años, resultó elegido por el 57,4 %, mientras que su perseguidor obtuvo el 30 %. De esa manera, Hipólito Yrigoyen se convirtió en el primer candidato en ser votado por más de la mitad de los ciudadanos. Pero ese no es el único dato curioso de estas elecciones, sino también que los radicales tenían casi el 90 % del electorado a su favor.
El segundo caso se dio en 1946. Los militares que habían derrocado a Ramón Castillo en el ´43 llamaron a elecciones. El 24 de octubre de ese año, Juan Domingo Perón, candidato del Partido Laborista –creado especialmente para esa elección y que Perón se encargaría de disolver unos meses después- ganaría con el 54,4 % de los votos. Segunda quedaría la fórmula de José Tamborini y Enrique Mosca, con el 45,6.
En 11 de noviembre de 1951 se realizó la elección que daría la mayor cantidad de votos a un candidato en la historia nacional. Como la Constitución no permitía la reelección, Perón había tenido que reformarla en 1949 –aunque sería derogada seis años después-. Por primera vez votarían las mujeres.
Era la época del poder absoluto, como lo llama el historiador Hugo Gambini, por lo tanto la oposición no pudo hacer demasiado. Perón fue reelecto con el 62, 49 % del total de sufragantes, seguido por un 31,81 % de la Unión Cívica Radical, representada por Ricardo Balbín.
El caudillo justicialista no pudo terminar su segundo mandato. Un golpe de estado lo derrocaría en 1955 y debería sufrir 18 años de exilio. Su regreso se produjo el 20 de junio de 1973 y apenas tres meses después participaría de las elecciones para presidente.
Esta vez no alcanzaría su récord, pero estaría cerca. Obtendría el 61,85 % de los votos, acompañado en la elección por María Estela Martínez como vicepresidenta –dato que no resulta menor, pues meses después Perón moriría y su esposa quedaría como primera mandataria-. La U.C.R. solo conseguiría el 24,42 %.
La diferencia de 37 % es, al menos hasta la fecha, la mayor distancia que se encuentra en la historia entre el primer y el segundo puesto.
El último caso fue el más trascendente. No por el ganador, principalmente, sino por lo que significaba volver a la democracia, al estado de derecho y a elegir a los gobernantes, después de la dictadura más sangrienta de la historia del país.
El 30 de octubre de 1983, el doctor Raúl Ricardo Alfonsín, de la U.C.R. sería elegido presidente por el 51,75 % de los votos, contra el 40,6 % de Ítalo Luder, representante del Partido Justicialista. Fue la primera vez que el radicalismo pudo imponerse en una elección limpia y clara ante el peronismo.
Hubo dos casos en la historia en que, a pesar de no haber alcanzado a la mitad de los sufragantes, por su escasa diferencia es deber nombrarlos. El primero fue en marzo de 1973, cuando el gobierno militar de facto llamó a elecciones, pero realizó una maniobra legal para que Juan Perón no pudiese presentarse. Entonces el justicialismo llevó a Cámpora como candidato, para que una vez elegido éste, volviera a convocar a elecciones en las que sí participara su líder.
Cámpora consiguió el 49,5% de los votos y debía ir a segunda vuelta. Pero los demás partidos decidieron darle por ganada la elección, teniendo en cuenta el pequeño margen que le restaba para alcanzar el 50%.
El segundo que quedó en la puerta de esta distinción fue Carlos Saúl Menem, quien en su reelección de 1995 obtuvo el 49,97 % de los sufragios.
Si bien ser elegido por más del 50 % de los votos, significa un gran apoyo de la ciudadanía, paradójicamente, esto no se traduce en que los gobernantes puedan ejercer tranquilos ese período. De los cinco casos expuestos, solo en uno se terminó el mandato como ordena la Constitución.
Hipólito Yrigoyen fue derrocado en 1930 por José Félix Uriburu, dos años después de haber accedido a su segundo período.
La autoproclamada Revolución Libertadora produjo un golpe de estado contra Juan Domingo Perón en 1955, cuatro años después de que hubiera sido reelegido con el mayor caudal de votos de la historia.
En 1974, murió apenas siete meses después de haber alcanzado su tercera presidencia. Su esposa y vicepresidenta, Estela Martínez, tomó el poder. Pero el 24 de marzo del 76 fue derrocada por Videla, Masera y Agosti, en lo que llamaron el Proceso de Reorganización Nacional.
Por último, Ricardo Alfonsín tampoco pudo capitalizar la gran cantidad de votantes que lo acompañaron en 1983. Aunque lo suyo fue diferente, no lo derrocó un grupo militar, sino la hiperinflación. Debió adelantar las elecciones y retirarse seis meses antes de que su mandato terminara.
*Abogado, diplomado en Historia Política Argentina. Estudiante de Periodismo.