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ESCÁNDALO EN TUCUMÁN


ESCÁNDALO EN TUCUMÁN

Absolvieron a los 13 acusados por el secuestro de Marita Verón

Para los jueces de la Cámara Penal no se pudo probar que la joven fue secuestrada por una red de prostitución. La lectura del fallo se demoró 4 horas y generó indignación, insultos y estupor en la sala.

Estupor. Indignación. Lágrimas de impotencia y dolor entre familiares y allegados a la Fundación María de los Angeles, militantes y funcionarios de derechos humanos. Lágrimas de sorpresa, gritos de euforia e insultos entre los 13 imputados de secuestrar y prostituir a Marita Verón; más júbilo entre sus parientes. La única que no lloró cuando la secretaria de la Sala II de la Cámara Penal de Tucumán leyó que todos habían sido absueltos, fue Susana Trimarco: después de diez años y medio aprendió que el llanto le gasta energías para buscar a su hija.

Nadie de quienes estuvieron cerca de la causa y del juicio imaginó semejante sentencia. Nadie concibió que los relatos horrorosos de las víctimas de trata fueran considerados prueba insuficiente. Ni siquiera el propio Fernando “Chenga” Gómez –uno de los más comprometidos por las testigos–, quien a la mañana, al pronunciar sus últimas palabras, dijo: “Tenía ganas de venir y pedirles a ustedes que ya me detengan”.

En la tórrida Tucumán, el fallo unánime de los doctores Alberto Piedrabuena, Emilio Herrera Molina y Eduardo Romero Lascano cayó como un baldazo de agua hirviendo sobre la multitud de militantes de organizaciones de mujeres, derechos humanos y agrupaciones políticas, que estuvieron montando vigilia para acompañar a Susana Trimarco.

A la mañana, después de que Lidia “Liliana” Medina afirmara por enésima vez que sus tres prostíbulos eran whiskerías, Piedrabuena anunció que a las 17 se conocería el veredicto. Sin dar explicaciones, los jueces se hicieron esperar cuatro horas más : horas de calor, de sed, de tensión, de estar de pie –diputados, legisladoras, funcionarios nacionales, familiares de la víctima, abogados de la Fundación María de los Angeles, la propia Susana Trimarco–, acorralados por vallas, controlados por decenas de policías, frente a las puertas de Tribunales cerradas a cal y canto.

Por la entrada de la guardia entraron sin problemas los imputados, sus allegados y sus defensores. Estaban cómodamente sentados en la sala, con aire acondicionado, cuando tras las protestas hicieron ingresar a Trimarco y sus abogados, a quienes la acompañaban, y a la prensa.

Debieron permanecer a oscuras y de pie tres cuartos de hora más, antes de ocupar sus lugares en una sala pequeña, festoneada por 32 policías .

La absolución de los cuatro tucumanos desató chillidos de alegría. María Jesús Rivero se paró y levantó el brazo como si estuviera en la cancha de San Martín de Tucumán, de la que fue presidenta cuando su ex pareja, Rubén “La Chancha” Ale, gerenciaba el club. Al escuchar su nombre, “El Chenga” soltó una puteada amenazante y se fundió llorando con Medina, su madre. Los defensores se entrecruzaron en abrazos. Los familiares de los juzgados comenzaron a cobrar fuerzas. La tensión desafiante fue creciendo, y salvo ellos, Trimarco, sus abogados y el resto del público dejaron la sala. Afuera, la multitud clamaba: “Se siente, se siente, Marita está presente ”.

Las y los periodistas los acompañaron hasta la sede de la Fundación. Al mismo tiempo, organizaciones sociales convocaban a una marcha de repudio hoy a las 18, desde Congreso hasta la Casa de Tucumán. Y unos 200 manifestantes autoconvocados por redes sociales seguían anoche exigiendo Justicia en las calles de la provincia.

Trimarco dijo haber recibido mensajes de que Ale había comprado al Tribunal. El doctor Carlos Varela anunció que apelarán en casación, pedirán el juicio político de los tres jueces, y recurrirán a organismos internacionales . Su colega José D’Antona apeló a la presidenta Cristina Fernández, quien el domingo entregó a Trimarco el Premio Azucena Villaflor por su lucha por los derechos humanos: “Después de haber tolerado al ‘Malevo’ Ferreyra y a Bussi, le voy a pedir respetuosamente que intervenga el Poder Judicial de Tucumán, que está podrido. Las lágrimas de Micaela, las van a pagar”.

 

Las pruebas que los jueces consideraron insuficientes

Si bien la lectura completa de la sentencia será el 18 de diciembre, el tribunal adelantó una síntesis de sus argumentos. Para los jueces, Marita Verón no fue secuestrada el 3 de abril de 2002, porque la acusación no pudo probarlo. “Las versiones al respecto son sólo tales”. No hay modo de saber, dijeron, cómo desapareció “y apareció en otros lugares”. Esto implica, al menos, que los jueces sí creyeron a las víctimas de trata sexual que compartieron su encierro y explotación con Marita en los prostíbulos de la familia Medina-Gómez. No se entiende entonces cómo consideraron que “no fue posible arribar a la prueba suficiente de testigos diversos en tiempo, modos lugares y personas, como circunstancias particulares de cada uno” de los acusados de La Rioja.

Respecto de María Jesús y Víctor Rivero –acusados de ordenar y ejecutar el secuestro–, “el tribunal consideró de absoluta ineficacia la prueba producida”. Hubo un par de oportunidades de profundizar en la relación entre María Jesús Rivero, su ex pareja Rubén “La Chancha” Ale y la conexión La Rioja, pero el tribunal las evitó. En cuanto a la ex pareja Daniela Milhein y Alejandro González, para los jueces, “tampoco la prueba de testigo fue suficiente”. Según la testigo Fátima M., Marita había estado secuestrada y drogada en dos de sus casas mientras ella también estuvo cautiva.

“Respeto del ex policía riojano Pascual Andrada, no ha sido producida ninguna prueba que lo vincule al caso”. Varias víctimas lo identificaron como uno de los reclutadores que llevaba chicas a los burdeles de La Rioja, y avisaba de los allanamientos. Sí es cierto que la única víctima que presenció la llegada y compra de Marita por parte de “Liliana” Medina, describió a un hombre diferente.

Del maltrato a las víctimas de trata que los jueces permitieron a los abogados defensores se deduce que tras 9 meses de debate no han comprendido el arrasamiento psicológico que produce en una mujer las violaciones que implica ser una esclava sexual.

Fuente: Clarín

 

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