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Falleció el padre Elvio Mautino

Fue este miércoles por la tarde, en Humberto Primo. Había sido sacerdote en Tostado desde 1967 hasta 1979, tiempo en el que se involucró activamente en la comunidad, fundamentalmente en el establecimiento de la Cooperativa de Agua Potable. El obispo Luis Fernádez escribió una carta.

El padre Elvio Mautino, falleció este miércoles, a las 12.30 en la localidad de Humberto Primo donde residía, contaba con 82 años de edad. Un sacerdote con un especial carisma, siendo recordado con mucho afecto por la feligresía de las parroquias en las que se desenvolvió, su particular estilo, la cordialidad y bondad con la que se dirigía a los demás le cosechó un sincero afecto y estima entre la población. 

Toda su trayectoria sacerdotal estuvo signada por su alegría de vivir, su profunda fe, la que hacía presente en cada acto del diario vivir y su inmensa voluntad de servir.
Oriundo de Presidente Roca, ha desempeñado su ministerio en distintos pueblos y ciudades de nuestra Diócesis. Desde 1967 a 1979, oficio de sacerdote en Tostado, donde se involucró fuertemente con la vida de la comunidad, participando activamente de las instituciones, como fue la conformación de la Cooperativa de Agua Potable.

EN MEMORIA AGRADECIDA POR LA VIDA DEL PADRE ELVIO MAUTINO, SACERDOTE DE LA DIOCESIS DE RAFAELA

Queridos hermanos todos en El Buen Pasto, Jesús Resucitado
Deseo con todo el corazón, compartir con ustedes, la congoja por la partida hacia la Casa del Padre, del querido padre Elvio Mautino, sacerdote bueno y fiel, que durante tantos años entregó con alegría y sencillez su vida entera, al servicio del Pueblo de Dios, en esta diócesis de Rafaela. Hoy escuchará de Jesús, en la Felicidad de la Vida Eterna: “Ven amigo fiel, luego de tus fatigas, por hacer el bien, entra a gozar del cielo prometido, a los que vivieron con corazón y alma de pobres y servidores humildes”.
Pude, al igual que muchos de ustedes, experimentar a este sacerdote, pastor alegre y con “olor a oveja”, como nos pide el Papa Francisco.
Se fue, o mejor dicho, llevado por El Señor, se despidió de este mundo, como lo hacen los pobres y sencillos de corazón, sin ambicionar nada, de pie, fiel y permaneciendo con confianza donde El Señor, lo requería a lo largo de la vida.
De carácter fuerte, lejos de la corrupción y de las apariencias o componendas de vidas mediocres, aferrado a la Palabra de Dios, a dar vida por el ejercicio del Ministerio Sacerdotal disponible para llegar a todos con los Sacramento de la Salvación.
Cerca de los pobres, y coherente en su vida, siendo el mismo pobre, al estilo de Jesús, consciente que “no vino a ser servido, sino a servir y dar su vida por los demás”
No temió el dolor, ni lo deprimió el sacrificio, sino que fueron caminos de Cruz, que lo llevaban a contemplar la Gracia de compartir los sufrimientos de Cristo.
Eterno enamorado de la Virgen, de la eucaristía, le gustaba gozar en silencio y compartía con la gente las maravillas de Dios, y por más carteles que había en la puerta de “prohibida las visitas” para preservar su salud, cada día más débil, continuaba abierto a todos, con un oído en el evangelio y el otro en el pueblo, sus dos “locuras de amor”.
Supe que pasó en las décadas difíciles de la dictadura, fiel al evangelio, sin esconder la verdad y promoviendo la justicia, unido a muchos sacerdotes y laicos comprometidos.
Al final de sus días, me gustaba, como a muchos fieles, sobretodo de Humberto Primero, donde quiso libremente morir, experimentar la “misericordia del Dios de la vida”, en el Sacramento de la reconciliación. Cuando en su testamento, se confiesa “pecador”, es por eso que antes, él mismo, había experimentado la misericordia del amor infinito de Dios, y por eso es lo que más hacía en la madurez de la vida, enseñando la sabiduría de la ternura y misericordia de Dios.
Gracias, querido padre Elvio, por tu fraternidad sacerdotal, por creer en el amor de Dios, por haberte apasionado con el Concilio Vaticano II, por esa sonrisa cómplice, de la sencillez de los que a pesar de sus rabietas, saben hacerse como niños.
Te pedimos que desde el Cielo, nos sigas acompañando y ayudando.
Luis Fernández, Obispo de Rafaela 10/09/2015

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