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La increíble historia de Oscar Belinetz…

En Café con Fútbol, por Cable y Diario, el debutante del sábado en Colón contó aquél episodio de hace unos cinco años atrás en su Villa Minetti natal: «Cuando me acuchillaron, casi me dieron por muerto». Dos años antes había perdido a su papá y casi deja el fútbol. La dura adolescencia de un pibe que creció de golpe.

 

Tiene apenas 21 años y vivió el sábado su día más esperado al debutar en Primera. Pero la historia de vida de Oscar Belinetz es muy grande, triste y dura para su corta edad. Por eso, se puede hablar de un pibe por su corta edad y por esta carrera que recién se inicia en el campo profesional; pero ese “crecer de golpe” que a tantos jóvenes les pasa, esos “palazos” que la vida les da cuando están en edad de aprender a recorrerla, son las heridas que cuesta cicatrizarlas y que quizás nunca se consiga, pero que ayudan a fortalecerse en un crecimiento que se dio en forma precipitada. Cuando era el tiempo de jugar, él perdió a su papá y casi deja el fútbol para trabajar y ayudar a su familia. Y después, un hecho de violencia extrema que por poco no acaba con su vida.

—¿Cómo fue aquél incidente policial en el que te viste involucrado?
—Yo era chico, tenía 16 años, estaba en la séptima de Colón y fue un fin de año pero no acá en Santa Fe, sino en Villa Minetti. Estaba con dos o tres amigos yendo a una panadería cuando una persona empezó a insultarnos de la nada, se nota que estaba alcoholizado o algo por el estilo, hasta que también sin que yo haga nada ya que no hubo pelea ni nada, apareció un tipo por detrás y me clavó un cuchillazo en el estómago.
—¿Entonces?
—De lo que me acuerdo fue que sentí el dolor, la sangre y la cuchilla, que era bastante grande. Me tuvieron que trasladar al Cullen, me hicieron seis operaciones, fue tremendo y al punto tal que los médicos pidieron que vinieran mis familiares porque corría serio peligro de vida, casi que no existían chances.
—¿Te daban casi por muerto?
—Me daban casi por muerto, es así. El cuchillazo me había afectado órganos vitales, como los intestinos y otros más. Fue bravo y justo se dio dos años después de lo de mi papá.
—¿Qué pasó con tu papá?
—Murió cuando yo tenía 14 años. Había ido a una prueba en Chacarita y quedé. Cuando se produjo eso, me volví y me puse a trabajar en la gomería. La nuestra es una familia humilde y la muerte de mi papá nos afectó muchísimo, así que no quedó otra que ayudar. A los tres meses, mirándome las manos sucias y engrasadas, le dije a mi mamá que eso no era para mí y que iba a tratar de triunfar en el fútbol… Sueña risueño, dentro de la desgracia, pero fue así. Me miré las manos y me convencí que tenía que intentarlo a través del fútbol. Era muy chico, tenía sólo 14 años.
—¿Y cuándo surge lo de Colón?
—Ahí, en ese momento. Creo que fue por el mes de marzo, más o menos. Me vine a Santa Fe y me probaron en un partido de práctica. Jugué un tiempo y anduve bien, metí un gol, pero Mario Sciacqua me sacó y pensé que no iba a quedar. Terminó el partido y Mario se acercó, debe haber visto mi cara de susto seguramente (risas)… Me dijo que me quedara tranquilo, que había quedado. Y a partir de allí arranqué, con edad de novena.
—¿Pensaste en que se terminaba prematuramente tu carrera?
—Me pasó algo que no quiero contar pero que tiene vinculación con mi papá, algo muy mío, muy íntimo, muy personal… Y después, los dirigentes de Colón se portaron muy bien conmigo y con mi familia. Yo vivía en la pensión en ese momento y el Turco Mohamed, que estaba de entrenador, ya había estado preguntando por mí. Creo que si no me pasaba eso, el Turco me llevaba a la pretemporada, tenía apenas 16 años y había escuchado el rumor, que era fuerte. Además, tenía 16 y no parecía, porque siempre fui grandote de físico. Los dirigentes estuvieron cerca mío siempre en ese momento y a mi familia le ofrecieron hotel y se hicieron cargo de la situación.
—Y la vida te está dando una revancha ahora…
—¡No sabés cómo estaba el sábado! Tenía mucha ansiedad, quería jugar, estaba esperando ese momento. Franco me llevó a la pretemporada, después bajé y me convocó y me puso en el banco. Cuando me dijo que iba a entrar, me volví loco de contento…
—Y casi la metés…
—Estuve cerca. Braian Romero me puso un lindo pase y la verdad es que pensé que el defensor que estaba cerrando se tiraba a los pies y llegaba a taparme el remate. Por eso no dudé en tirar cruzado, porque el arquero me tapaba el primer palo. No pasó lejos. Hubiese sido bárbaro arrancar con un gol, pero ya vendrán.
—¿Tenés un espejo?
—Me gustan los delanteros como Alario o Calleri. Al “Pipa” lo tuve cerca y miraba mucho su juego. Mi estilo es parecido. Me gusta pelearlas a todas y tratar de prevalecer también en el aspecto físico. Si hablamos del nivel internacional, Benezema y el polaco Lewandowski son los espejos… Salvando las distancias (risas).
—Está bien, hay que ver a los mejores para aprender, es así… ¿Y el objetivo es sólo salvarse del descenso?
—Nosotros tenemos que ganar, tenemos que sumar. Hace ocho partidos que no festejamos un triunfo y estamos tan ansiosos como la gente. Queremos darle una alegría al hincha de Colón y es lo que buscaremos contra Vélez, porque lo estamos necesitando.

FUENTE: El Litoral

 

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