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“Me drogaba y salía a robar, pero cambié y ahora soy abanderado”

La conmovedora recuperación de un adolescente que está terminando la secundaria en Mendoza.Brian, de 17 años, dice que estuvo “jodido” con la droga y la delincuencia. Pero un día se dio cuenta de que su vida podía ser otra. Ya planea un futuro como científico.

Cuando tenía 12 años, Brian Alanis abandonó la escuela y se fue vivir a la calle. Salía a robar y se drogaba con cualquier cosa que conseguía. Fue baleado en la pelea con otras bandas de pibes, hasta que a los 14 años, la Dirección de la Niñez lo derivó al hogar para chicos en riesgo Puente Afectivo. Allí vio como otros adolescentes habían progresado con estudio y trabajo.
Dice que fue su estímulo para volver a la escuela. Hoy, con 17 años y un promedio de 9,97, se convertirá en el abanderado del secundario Cebja 3-241 de Maipú. “Antes me drogaba y salía a robar. Estuve jodido. Pero ahora soy abanderado y quiero ser ejemplo para otros pibes”, dice emocionado y aún sorprendido de su logro.
Brian es fanático del cantante de cumbia Pablo Lescano y por eso sus amigos lo llaman “Lesca”. No quiere volver al barrio Soberanía, conocido como la Triple Frontera por ser una zona conflictiva en el Gran Mendoza. En ese lugar le dieron varios balazos en el enfrentamiento entre bandas y era donde se drogaba con paco, poxirán, marihuana y tomaba un cóctel peligroso, mezcla de sidra, cerveza, jugo de manzana y pastillas tranquilizantes al que llamaban Manzanita.
Los padres de Brian se separaron cuando él tenía cuatro años. Junto a sus cuatro hermanas se fueron a vivir con su madre al municipio de Las Heras. “Me escapé de mi casa porque el novio de mi mamá nos pegaba y también a ella”, dice. Cuando tenía 9 años, la Justicia ordenó que viviera con el padre en Godoy Cruz. Llegó a séptimo grado de primaria y decidió abandonar la escuela. A los 12 años empezó a vivir en la calle con otros chicos. “Estuve en cualquiera”, recuerda. Y enumera: “Salía a meter caño (robar armado) y consumía faso, merca, ‘alita’, manzanilla y cualquier cosa”.
A los 14, pasó por los albergues de la Dirección del Menor y después fue derivado a la ONG Puente Afectivo, que conduce el ex preso Marcelino Altamirano, un luchador contra las drogas. También se escapó varias veces de ese hogar para chicos en situación vulnerable hasta que un día decidió cambiar: “No quise más eso para mí. Quería ser como los pibes del hogar que trabajaban, tenían sus autos y se compraban sus cosas”.
El hogar Puente Afectivo ahora no recibe subsidio estatal y la casa se mantiene con las pocas donaciones de privados. “Todos ayudamos a limpiar y a cocinar. Pero Marcelino (el encargado) quiere que nuestro dinero lo ahorremos. Éramos nueve, pero ahora sólo quedamos tres chicos porque no alcanza la plata”, dice Brian, que confiesa estar feliz porque lo eligieron abanderado pero triste por la situación difícil que pasa su hogar. “Más de 30 pibes esperan una oportunidad para vivir acá”, asegura.
Sus materias favoritas son Matemática e Inglés. Cuando termine la escuela le gustaría estudiar Ciencias: “Quiero trabajar en el laboratorio, haciendo experimentos”, dice. Por ahora, en las tardes, trabaja lavando autos y haciendo limpieza en el club petrolero. “Cobro 22 pesos la hora y lo que gano depende del trabajo que haya”, explica.
Una semana atrás, Brian recibió un llamado de la directora del secundario que le dijo que iba a ser el abanderado. “Hace cinco años que no se nada de mi mamá y a mi papá tampoco lo veo. Sólo espero que venga mi hermana del medio, con la única que estoy en contacto”, afirma mientras se prueba la bandera, en el ensayo de la ceremonia en el que la recibirá oficialmente. En el colegio recibe elogios y el abrazo de sus compañeros y dice: “Abandoné la escuela, pero volví. Con esto demostré que se puede”.

FUENTE: Clarín

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