Luciana Vallejos (32), Valeria Valentini (37), Daniela Figueroa (32), Jésica Odiante (25), docentes en el establecimiento 748 de Villa Minetti; Andrea Soae (43), escuela 1239, Nilda Ruiz (40) y Gladis Saavedra (37). También murió el compañero de ruta, José Belén, el chofer de la combi. Además murieron las dos personas que viajaban en la camioneta.
Los guardapolvos se mancharon con los lúgubres colores de la muerte, el luto se encargó de enmudecer a todo el pueblo de Tostado. Y el dolor, de desgarrar cada músculo de sus habitantes. El 27 de mayo de 2013, siete maestras de Tostado, perdieron sus vidas en un accidente de tránsito, en el que también murieron otras tres personas. El violento impacto entre una Fiat Ducato en la que viajaban las docentes, y una Ford F-100 dejó el resultado más trágico en la historia de esta ciudad: diez personas murieron en el acto y sólo una salvó su vida milagrosamente.
Eran las siete de la mañana. Los bancos de neblina aparecían de a ratos sobre la ruta nacional 95. Fueron como espesas nubes esporádicas sobre la ruta que no dejaban ver nada. José María Belén traslada en su camioneta hacia Villa Minetti a ocho docentes, todos oriundos de Tostado: siete maestras de grado y un profesor de educación física.
La mayoría de ellos había logrado la ansiada titularización en febrero de ese año. Compartían un singular círculo los maestros rurales: esperan ser titulares en otros lugares, por lo general en otras localidades, y cuando queda una vacante en sus pueblos piden sus traslados.
Mientras tanto viajan. Como pueden.
Así entonces parten a sus escuelas, juntando plata para pagar una combi privada que los lleve porque los colectivos no llegaban a esos sitios, y si llegaban lo hacían en horarios ajenos a los escolares.
En el kilómetro 999 de la ruta, transitada por muchos camiones que trasladan cereales entre Chaco y Rosario, la muerte hizo su faena: la camioneta Ford F-100, en la que viajaban dos personas, se cruzó de carril e impactó de frente contra la Ducato.
En ese punto se generó el nudo central de la tragedia.
En la camioneta en la que viajaban Francisco Miani y Guillermo Espíndola (provenientes de la ciudad de Villa Angela, en el sur chaqueño) habría perdido la noción de su carril producto de la neblina y se fue hacia la mano contraria. Sobre el asfalto –que está en buen estado y bien señalizado – no hay ninguna de las huellas que deja el caucho cuando el freno es exigido. Trágicamente, el mismo impacto frenó los vehículos.
Luciana Vallejos (32), Valeria Valentini (37), Daniela Figueroa (32), Jésica Odiante (25), docentes en el establecimiento 748 de Villa Minetti; Andrea Soae (43), escuela 1239, Nilda Ruiz (40) y Gladis Saavedra (37), murieron al instante. Maestras de alma que iniciaban su semana. A su lado sus bolsos, sus maletines, con las actividades para el día. Después del fin de semana se reencontrarían con sus «niños», sus alumnos. En casa quedaron otros. Algunas se despidieron con un beso sin hacer mucho ruido para que no despertaran. Otros, con hijos más grandes chequeaban desde la distancia como estaban los suyos con un mensaje, una llamada. Todos se despidieron con un hasta luego a sus seres queridos. También murió el compañero de ruta, José Belén, el chofer de la combi. El único sobreviviente fue Miguel Carneiro, profesor de educación física, que fue internado en Reconquista con fractura de fémur y traumatismos en distintas partes del cuerpo. Aparentemente salió despedido de la combi en el momento del impacto.
Nueve años pasaron y las familias viven en su duelo. Con las historias que quedaron suspendidas en el tiempo.Hijos algunos pequeños, algunos más grandes que siguieron sin el abrazo, sin la caricia, sin el consejo de esa madre que murió en busca de cumplir con su deber, de ese chofer que tanto llevaba en sus espaldas.El tiempo no sana sino que las personas se reconstruyen buscando a diario retener esa sonrisas, queriendo encontrar en el eco las.voces acalladas.Para sobrellevar ese dolor se creo el Grupo Estrellas Amarilla que trabaja para que las víctimas no sean olvidadas, para que lo que pasó no se repita.
Ninguno será olvidado. Por siempre estarán presentes