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El nene violado brutalmente en Chaco lleva tres años internado y necesita ayuda

El chiquito está en el Hospital Garrahan con su mamá, con un cuadro grave de destrucción de intestinos y enfrenta un largo tratamiento. Su papá cuida a sus seis hermanos en Resistencia y vive de changas.

Hace años que los médicos y enfermeros del Hospital Garrahan conocen a M, un nene dulce y algo tímido que está internado y debe ser sometido a repetidas operaciones. El origen de su dolencia (destrozos en los intestinos que lo obligan a portar una colostomía) es atroz. Fue violado en un barrio de Resistencia por un vecino, padre de un amiguito. El delincuente todavía no fue detenido, aunque ya pasaron tres años de los hechos, tiempos de pesadilla para Maxi y su familia.

Una tarde, el nene -que tenía siete años- fue a jugar a la casa de un vecinito. Su padre encendió una máquina de cortar el cesped para ahogar los gritos y lo violó. Después lo amenazó diciéndole que si contaba algo de lo sucedido, lo mataría.
M. no habló. Pero al poco tiempo, intensos dolores en su abdomen hicieron que lo examinara un médico. Después de algunas consultas con otros profesionales, el diagnóstico de Omar Ale, un cirujano infantil , fue demoledor y motivó la apertura de una causa judicial: tenía desgarros en el ano y graves lesiones en los intestinos, compatibles con una violación. Había llegado a su consultorio de urgencia con un absceso abdominal y fiebre, con pañales y bañado en pus. Intentaron operarlo, y en el quirófano descubrieron el cuadro de destrucción interna que revelaba el abuso.
Fue el propio médico el que hizo la denuncia en la comisaría 1ra de Resistencia, e invitó a la madre a que aportara los elementos que tuviera con respecto a las circunstancias del abuso. «No sabíamos si no estaba comprometido el entorno familiar, porque suele suceder que un tío o un abuelo son responsables», dice el pediatra.
El papá de M. que solía tener empleo en la construcción, vive de changas y cuida de sus otros seis hijos en Resistencia.
El violador, Omar Alberto Verón, conocido con el alias de «Japo», ya había desaparecido de todos los lugares que frecuentaba. M. tuvo que ser trasladado por la complejidad de su cuadro al Hospital Garrahan, donde fue intervenido quirúrgicamente varias veces . Vive con la amenaza permanente de una grave infección. Está conectado a dos máquinas y no puede comer por boca. Tiene una ventana abierta de 10 por 15 centímetros en su pancita y está resignado a no poder saborear ninguna de las golosinas que recuerda. Dicen que arma una casita con la sábana, un mundo donde se refugia para vivir en su imaginación esa infancia que ya nunca podrá tener.
El violador está en libertad, y la hermana mayor de M. dice que se lo ve por Resistencia, donde trabaja como remisero y como tal frecuenta nada menos que el Hospital de Pediatría, donde el médico denunciante tiene un cargo. El cirujano que atendió a M. y presentó pruebas teme por su seguridad.
La madre de M está con él en Buenos Aires. Entretanto, su papá, que solía tener empleo en la construcción, vive de changas en el Chaco y cuida de sus otros seis hijos.
Necesitan desesperadamente ayuda económica. Quienes puedan cooperar de algún modo con la familia pueden contactarse con el Centro de Estudios Nelson Mandela, que coordina el abogado Rolando Núñez, representante de la víctima. La sede está en avenida Alberdi 338, de Resistencia, y su teléfono es el (0362) – 442-8475.

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