En total eran cinco hermanos nacidos en Tostado, San Fe. Daniel, hijo del segundo matrimonio, fue separado de su familia y creció en Santiago del Estero. Zulema le prometió a su madre que lo buscaría y finalmente se reencontraron.
A Daniel Maldonado, su papá lo llevó a Santiago del Estero cuando tenía 8 años. Él vivía junto a su mamá, Juana Bravo, y a sus cuatro hermanas en Tostado, Santa Fe, cuando el padre, Toribio Maldonado, tomó la drástica decisión. Ella estaba trabajando por lo cual, madre e hijo nunca pudieron despedirse. La que sí lo vio partir fue Zulema, su hermana tres años más grande. Aún recuerda con impotencia que -cononce años- no pudo hacer nada para impedir que se lo llevaran. «Por circunstancias de la vida me eligió a mí y dejó a la más chiquita, que también era suya, Sandra. Con mis cuatro hermanas, perdí completamente el contacto por cuarenta años y nos reencontramos gracias a la tecnología», cuenta Daniel a TN.com.ar.
La vida de Daniel no fue fácil. Al tiempo, con la nueva familia del padre se mudaron a Buenos Aires. La mujer de su papá lo maltrataba y una tía decidió criarlo con la autorización de Maldonado. «Primero vivimos en Villa la Rana, en Villa Ballester y después con mi mamá postiza, en Pablo Nogués», recuerda el hombre que hoy tiene 49 años.
Durante años se preguntaba dónde estarían su mamá y sus hermanas y siempre intentaba que su papá le diera algún dato, pero le respondía con evasivas. «Fui olvidando la cara de mi mamá, pero deseaba volver a verla».
Un millón de veces pensó en salir a buscarlas, pero nunca se presentaba la oportunidad. «Me decía a mí mismo ‘un día voy a tener plata para ir a buscar a mi madre‘. Sabía que en Tostado iba a haber algún vecino que pudiera darme información».
El tiempo pasó, Daniel empezó a trabajar como pintor a los 17 años, después tuvo dos hijas y cada vez el sueño del reencuentro era más inalcanzable. «La esperanza de alguna vez volverla a ver nunca la perdí, pero por las vueltas del destino no pudo concretarse».
Sus hermanas Lucy, Graciela, Zulema y Sandra quedaron en Santa Fe. Ninguna lo olvidó, pero Zulema fue la que tomó la iniciativa y lo buscó primero por el padrón y después por Internet.»Nunca me olvidé de él ni me di por vencida. Mi mamá murió hace 24 años y yo le hice la promesa de que lo iba a encontrar».
Cuando tuvo acceso a una computadora, encontró una página de búsquedas donde la ayudaron. «En las redes sociales llegué hasta el grupo ‘Dónde estás’ , ahí una chica se interesó por mi historia. Yo la contacté un domingo a la noche y el martes lo habíamos encontrado. Fue tan rápido que no lo podía creer», indica Zulema.
Al día siguiente de hablar por teléfono, Zulema le propuso reunirse en Liniers. «Fui a conocerla y nos reencontramos. Fue como el tiempo no hubiera pasado. Algo nos acordábamos el uno del otro, pero una vez que nos sentamos a hablar todos los recuerdos fueron volviendo».
A los pocos días volvió a ver a la más chica, Sandra y programaron todos juntos un viaje a Santa Fe. Para las hermanas, resultaba increíble que con los pocos datos que tenían, su hermano hubiera aparecido.»Teníamos la partida de nacimiento, fotos del papá y de Daniel de chiquito».
Para las mayores, el hecho de haberlo criado durante ocho años fue clave al momento de volver a compartir una mesa.»Con Lucy y Graciela lo atendíamos mientras mamá trabajaba».
Los encuentros entre los hermanos se hicieron cada vez más seguidos. Siempre con alguna anécdota de la mamá. «La idea es recuperar el tiempo perdido, estar cerca. Hace poquito, cuando me operaron de la vista , vinieron todas mis hermanas a visitarme y a cuidarme. La sangre tira y yo sin lugar a dudas necesitaba a mi familia», finaliza Daniel.
Fuente. TN