El nuevo secretario de Seguridad de Santa Fe, Gerardo Chaumont, criticó a los agentes que en la calle «mastican chicle, fuman y miran chicas».
El secretario de Seguridad de Santa Fe, Gerardo Chaumont, entró en funciones el lunes pasado con el encargo de generar operatividad en la policía provincial, restablecer la disciplina interna en la institución y garantizar un esquema de mando donde los jefes tomen decisiones sin ninguna interferencia de factores de poder ajenos a la estructura de la fuerza. Frente a ello aseguró proponerse tres premisas: desterrar situaciones de corrupción estructural, darle urgente visibilidad a los uniformados en la calle para hacer sentir más seguro al ciudadano y establecer la militarización de la policía.
A este ex comandante general de Gendarmería de 67 años, oriundo de la ciudad de Buenos Aires, se le pidió que avanzara sobre el significado que da a militarizar. «Admito que es un concepto que podría ser mal interpretado, porque el militar es alguien que tiene un enemigo al que debe matar y no es el caso de la policía. Yo hablo de otra cosa, de darle un sentido moral a la policía, de respeto al ciudadano, al superior y también al subalterno. Es darle verticalidad a la fuerza y también un sentido ético: no puede ocurrir que un agente que está en la calle para darle seguridad al ciudadano esté masticando chicle, fumando, hablando por teléfono o mirando a las mujeres que pasan. Ese policía debe estar cuidando a la gente. Si revertir esa cultura policial es militarizar a la fuerza, eso es lo que hay que hacer. Es lo que vamos a hacer».
Un mes atrás. Chaumont contó que fue convocado por el gobierno de Antonio Bonfatti hace algo más de un mes en base a su experiencia como organizador de fuerzas policiales en situación crítica. En ese sentido, comandó misiones en países africanos como Chad, Sierra Leona y República del Congo por pedido de Naciones Unidas. «El gobernador y su gabinete me dieron respaldo absoluto para dar eficiencia a la fuerza en el proceso de reforma. Soy recién llegado y no voy a tomar ninguna actitud apresurada. Ya impartí ordenes elementales que pasan por el respeto al ciudadano, a las instituciones democráticas, a la ley y a la cadena de mandos. Exigiré corrección y honestidad, lo que no es negociable. La corrupción no la puedo impedir, pero es un eje que se va a tener consideración fundamental», dijo el funcionario que reemplaza a Matías Drivet en el cargo de número dos el Ministerio de Seguridad.
Control político. Chaumont señaló que algunas cosas serán alteradas y otras no. «El control político que se ejerce sobre la policía no va a cambiar y en esto no hablo sólo del que aplica el gobierno, sino también el de la ciudadanía a través de sus denuncias y de la actividad de la prensa. Lo que sí va a cambiar son todas las estructuras internas de la policía para darle la mayor eficiencia. Se ha reestructurado la cadena de mandos. No hay injerencias externas: el que manda es el jefe de policía sin otros factores que interfieran». Sobre las interferencias externas, dio un ejemplo en el que citó a un ex mandatario justicialista: «Como gendarme transité varias provincias y a veces hay situaciones locales donde el intendente tiene una relación personal con el comisario y entonces éste financia un poco a algún concejal y cuando el jefe de policía quiere sacar al jefe de policía local, el concejal llama al puntero político y el puntero llama al senador para defender al comisario. Sin ir más lejos, cuando el ex gobernador Jorge Obeid inició el proceso de reforma de la policía, en su diagnóstico dijo muy claramente que tanto los gobiernos militares como civiles utilizaron a la policía para sus intereses personales, y eso corrompe a la policía. Por tanto, el único que da ordenes en la policía es un policía de jerarquía superior al que recibe la orden».
Ayer a la mañana Chaumont había señalado que llegaba a remover la corrupción estructural de la fuerza. «Si no, me voy a mi casa», dijo. También señaló que lucharía contra la corrupción en el plano individual. «Yo no puedo evitar que un policía pida una pizza o un helado en un negocio, pero de ser descubierto será sancionado».
—Pero más que de pedir una pizza, acá hablamos de 150 búnkers que existieron durante años con actividad fija y regular en toda la ciudad de Rosario lo que no podía ser ignorado por la policía. O de oficiales superiores investigados por su conexión con organizaciones delictivas. ¿Con qué medidas desmontará eso?
—Cuando usted agarra a un policía con las manos en la masa y lo manda a la Justicia, lo pone preso o lo manda a la casa, los demás se curan en salud, porque el costo es superior al beneficio. Ya pedí que todos los policías que ascienden ahora, todos los legajos sean pasados por la Afip, para ver quién es quien, porque si usted con un sueldo de ocho mil pesos tiene una casa quinta tendrá que explicarlo. ¿La heredó, se la regalaron, ganó el Quini 6? Si no ocurrió nada de eso, entonces hay algo raro y hay que investigarlo. Cuando vayamos a designar a los jefes de comisarías, durante 15 días antes vamos a tratar que la publicación de los nombres sea puesta a conocimiento de la población para que, si alguien tiene algo que objetar, lo haga y nosotros lo estudiemos. Eso no quiere decir que porque Juan Pérez lo objete no lo vamos a designar, pero lo vamos a investigar. Por eso yo hablo del control y de la responsabilidad.
—¿Qué medidas concretas tomará en lo inmediato para combatir la ola de delitos?
—Lo primero que necesitamos hacer, y estamos trabajando en ello, es un mapa del delito. Necesitamos saber dónde se cometen más homicidios, en qué días, a qué hora se repiten más las entraderas, en qué barrios hay más robos. Eso nos permitirá redistribuir los medios con los que contamos para tratar de bajar esos delitos. Además estamos viendo cómo podemos aplicar nuevas tecnologías que vayan más allá de la cámara para la protección del ciudadano. Hay una voluntad muy clara del gobernador y todo el gabinete de dar un vuelco en todo esto. Esa voluntad va acompañada de la asignación del segundo presupuesto de la provincia, después del de educación, a la seguridad. El gobierno se está tomando muy en serio este tema, pero tenemos que colaborar todos.
—¿Están trabajando en dotar de un sistema de Inteligencia Criminal al Ministerio?
—Estamos trabajando en afiatar un mapa del delito, en saber dónde se producen los delitos, en qué horarios, y ver cómo podemos reforzar al personal para combatirlo. Cuando hay presencia policial actúa la disuasión y la experiencia indica que normalmente el delito no se comete. Por eso es importante también la policía comunitaria, no tanto porque vaya a disminuir el delito sino porque contribuye a crear la confianza en la policía.
—A medida que se producen nombramientos en el área de Seguridad los funcionarios entrantes, de la mejor buena fe, siempre hablan de garantizar la visibilidad de la policía en la calle pero fracasan. ¿Usted cómo piensa tener éxito?
—Es simple, yo no pienso ir a la comisaría y decirle al policía que salga a la calle. Yo se lo dije al jefe de policía y es su responsabilidad. El tendrá que delegarla para abajo. Por eso antes hablaba de verticalidad. Vamos a tratar de recomponerla. Y vamos a tratar de recuperar personal. Ahora tenemos muchos policías custodiando bancos, edificios públicos, personalidades y otras que no lo son tanto, oficinas administrativas. Tenemos muchos partes de enfermo, mucha gente en servicio administrativo, y todo eso va licuando el personal. Nuestra primera premisa es visibilidad.
FUENTE: Uno Santa Fe