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Historias de la Historia de Carli Claa

02/10/2011 – Vilcapugio y Manuel Belgrano

 


 Vilcapugio y Manuel Belgrano

 Por Carlos C. Claá *


Se cumplieron 198 años de la batalla de Vilcapugio, donde fue derrotado el Ejército del Norte, al mando de Manuel Belgrano.


La mañana del 1° de octubre de 1813 se encontraron en la meseta de Vilcapugio –kilómetros al norte de Potosí-, el ejército republicano, al mando del general Manuel Belgrano, con las fuerzas realistas, comandadas por Joaquín de la Pezuela. A pesar de que la lucha parecía inclinarse a favor de los nacionales, en un confuso episodio la batalla terminó por favorecer a los españoles.

Manuel Belgrano se había unido al Ejército del Norte el 25 de mayo de 1812, casi un año y medio antes de aquel combate en Vilcapugio. En esos días había realizado su obra más importante en Rosario, la creación de la bandera nacional.

El 13 de febrero de 1812, el político porteño había propuesto la creación de una escarapela nacional con los colores celeste y blanco, para que las distintas tropas pudiesen tener un distintivo en común. Ante la aceptación del Triunvirato de aquel símbolo, Belgrano se entusiasmó y el 27 del mismo mes mandó a crear una bandera. La izó por primera vez sobre la barranca del río Paraná, en Rosario, allí donde hoy se ubica su imponente monumento.

Si bien el Triunvirato rechazó y mandó a ocultar la nueva insignia patria, a Belgrano no le llegó la orden, por lo que partió hacia el norte enarbolándola. Instaló el cuartel general en Jujuy, y el 25 de mayo de 1812, celebrando el segundo aniversario de la revolución, la hizo bendecir por primera vez.

El general sabía que el ejército realista, que bajaba desde el Alto Perú, estaba mejor dotado –eran cerca de 3 mil hombres contra 800-, más saludable y mejor armado. Por lo tanto exigió al pueblo de Jujuy que se retirara de sus hogares y destruyera todos sus bienes para no dejarle nada al enemigo que pudiera utilizar. Belgrano les dijo: “La patria les reclama un gran sacrificio. Abandonar las ciudades y las fincas, quemar los campos sembrados, arrear los animales. A los ojos del español invasor solo debe quedar tierra arrasada”. En un gran acto de heroísmo, el 23 de agosto de 1812, la ciudad entera de Jujuy emigró hasta San Miguel de Tucumán.

Allí en Tucumán se le presentó batalla a la tropa realista y se consiguió la victoria. Esto permitió que el gobierno lo ascendiera a capitán general e iniciara el avance hacia el norte del país. El 20 de febrero de 1813, volvió a derrotar al enemigo en Salta.

Con el estímulo de haber triunfado en Tucumán y Salta, iniciaron el viaje a Potosí, adonde arribaron en septiembre. Todavía faltaba que llegara el regimiento del coronel Zelaya de Cochabamba, para unirse a las milicias de Belgrano. Pero éste nunca llegaría, pues el combate iba a iniciarse antes de lo previsto.

Manuel Belgrano estaba en comunicación con el coronel Cárdenas, cuyo ejército de dos mil hombres estaba asentado 23 kilómetros más al norte y sería el primer grupo de ataque al ejército español. Pero estos arrasaron con las mal organizadas tropas de Cárdenas, cortaron la comunicación con Belgrano, robaron sus documentos –con lo cual se enteraron de los planes nacionales- y atacaron por sorpresa a las milicias argentinas.

El 1° de octubre de 1813, el general Belgrano vio bajar de las montañas que rodeaban a la meseta de Vilcapugio al ejército realista. A pesar de la sorpresa, el ala derecha y centro del Ejército del Norte hicieron retroceder a su par español. Tal es así que en una carta posterior del general realista Joaquín de la Pezuela, le reconocería al Virrey de Lima que había dado por perdida la batalla. Pero las milicias nacionales no se decidieron a perseguir a su enemigo, con lo cual hubiesen asegurado la victoria.

Mientras tanto, el regimiento patriota de la izquierda era derrotado por las huestes españolas. Algunos historiadores señalan un hecho curioso que tuerce el rumbo de la batalla: En esta ala, que estaba siendo derrotada, suena la retirada. Esto confunde a los demás regimientos que, aunque se sabían ganadores, detienen el avance. Y cuando ven como huyen despavoridos los soldados del ala izquierda, comienzan a retroceder cumpliendo con la orden escuchada.

Otros historiadores sostienen que la llegada de la caballería y el reagrupamiento de los realistas fueron los argumentos para que los nacionales abandonaran el campo de batalla en cualquier dirección.

Belgrano, con la bandera nacional en mano, doscientos hombres que quedaron a su lado y bajo una lluvia de cañonazos, decidió, con prudencia, dar por perdida la batalla, retirarse e intentar rearmarse para seguir con la campaña por el Alto Perú.

Necesitó de varios días para reunir a su batallón que se había dispersado por todos lados. El resultado de aquel combate fueron más de 1500 patriotas muertos y una gran cantidad de fusiles y de artillería que quedó en manos del enemigo.

En la batalla de Vilcapugio, Manuel Belgrano cometió grandes errores de estrategia. Confió demasiado en que su oponente no tendría buena movilidad e instaló su campamento demasiado cerca del realista. Debería haber esperado a una distancia más moderada la llegada de sus aliados, para atacar, posteriormente, al ejército español.

Luego de reorganizar sus milicias, el 14 de noviembre, fue vencido en Ayohúma. En enero de 1814 le entregó a San Martín el mando del Ejército del Norte y volvió a Buenos Aires. El gobierno local lo arrestó y procesó. Pero finalmente se le reconocieron todos sus méritos.

Manuel Belgrano fue economista, periodista, abogado y político. Lo de militar y estratega nunca fueron sus mayores virtudes. Tal como lo indicaba el general José María Paz: “Belgrano no tenía, como él mismo lo ha dicho, grandes conocimientos militares. Pero poseía un juicio recto, una honradez a toda prueba, un patriotismo puro y desinteresado, el más exquisito amor al orden, un entusiasmo decidido por la disciplina y un valor moral que jamás se ha desmentido”.


*Abogado, diplomado en Historia Política Argentina. Estudiante de Periodismo.

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