Un año y un mes sin Alberto Fernández
Familiares continúan con la búsqueda del tostadense desaparecido. Una de sus hermanas, acercó una sentida carta en la que expresa su dolor.
Como en otras oportunidades, María Esther Fernández, visitó los estudios de FM SOON para contarle a la audiencia su angustia al desconocer qué fue lo que pasó con su hermano Alberto Fernández.
Durante la entrevista, María apuntó a lo que considera falta de respuestas. “Me dicen que llegaron al techo de la investigación, que no tienen nada, y yo tengo que cargar con eso”. “Quisiera que me digan que pasó con él; si alguien sabe algo, aunque sea para saber y poder llorarlo, la justicia se encargará del resto, pero vivimos con esta incertidumbre. Me acuesto pensando en él y me levanto sin saber que fue de él”.
Entre lágrimas, solicitó la lectura de una carta escrita por ella en la que plasma su dolor, ante la ausencia de su hermano.
La misma decía lo siguiente:
Buscando a mi hermano y hablando con él
Hermano:
¿Qué pasó? ¿Dónde estás? ¿Qué vientos te llevaron?¿No te encontraron?¿Te buscaron?
Me dijeron que es un misterio, ya pasó un año y pistas no hay. A quién le pido ilumine mi mente y me lleve a encontrarte. La gente no vio nada, tantos ojos se cerraron, pensando en nuestra niñez me di cuenta de lo felices que fuimos, siempre humildes. En un rancho ubicado en la punta de un monte nos criamos; cortando la leña, tirando las ramas, y me río pensando cuando nos llevaban a embolsar el carbón, quedábamos más negros de o que éramos, solo los dientes y los ojos blancos se nos veía.
Luego a la escuela nos mandaban, dos leguas galopeábamos; nuestra mochila una bolsita de trapa echa por mamá; allá íbamos queriendo aprender. Volviendo a casa las chivas a cuidar, darles agua de una bomba que nos costaba manejar; una maleta llena traíamos al volver: mistoles, algarrobas, chañar, doca…delicias del monte para comer. Y cada mañana al despertar, el trino de los pájaros y el silbar de las perdices era nuestra mejor música. Parecía que no teníamos nada y lo teníamos todos, una felicidad que hoy se perdió.
¿Sabes?, te cuento, adoro la vida y quiero a la gente… llena mi pecho de amor.
Te busco y te busco y no te puedo encontrar. A la gente les pido piedad, si alguien sabe algo… que hable y no oculte la verdad. Hable con el juez, con el jefe de policía, con el jefe de investigación, y la señora fiscal, con el abogado de los derechos humanos. Pero hasta hoy, ningún resultado.
¿Qué viste hermano? ¿por qué tu desaparición? Mi fe está en la justicia divina; a Dios no le van a decir “yo no fui” o “yo no vi”. Es triste y doloroso vivir esta incertidumbre; tengo tantas preguntas para preguntarme pero no entiendo… no hay respuestas.
Con la esperanza de encontrarte, me despido.
Tu hermana María Esther