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Jueves 28 Noviembre, 2024 23:48

El Especial de la Noche

Con Juan Carlos Goñi
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INTERES GENERAL

La desesperante situación de una familia


La desesperante situación de una familia

Tres adultos y once menores se encuentran en una compleja y crítica situación. Una historia con dolorosos ribetes: abusos, abandono y condena judicial forjan un presente incierto y desolador.

Ester tiene 48 años y es cabeza de una ensamblada familia. Su relato un tanto confuso, diluido en el tiempo, y escaso de precisiones, llevan al presente incierto que enfrenta a diario con dos hijos mayores y once menores, entre los que se encuentran hijos y nietos.

La jefa de hogar, en compañía de la mayor de sus hijas, se acercó hasta nuestra redacción en busca de dar a conocer su historia. Según su relato, hace poco más de un año arribó a la ciudad de Tostado tras vivir en Santa Margarita, donde pretendía dejar un doloroso pasado.

Desamparados

Tras algunos meses de cierta estabilidad, fue desalojada de la vivienda que alquilaba, al no poder cumplir con los pagos. Un día de lluvia, como ella cuenta, terminó con su familia en barrio San Genaro donde encontró una casa en construcción, solo paredes y techos, despojada de aberturas.

Su desesperación la llevó a ingresar a la propiedad y ocupar la misma. La situación no fue ajena a los legítimos dueños que rápidamente denunciaron la usurpación. Pero…luego de varias semanas, siguen en el lugar.

Cuatro camas para catorce

Junto a ella se encuentra su hija de 25 años, quien tiene cuatro pequeños de 10, 7, 4 y un año y medio.

Otro hijo de 22 años, completa el número de adultos, y da paso a la lista de menores: un joven de 17, una de 15 que presenta un avanzado embarazo, una niña de 14, otra de 12 y un niño de 10. El grupo familiar se completa con dos niñas más: una de 15 y otra de 11 que son nietas de Ester, abandonadas, en los dichos de la jefa de hogar, por otra hija mayor.

Todos habitan una pieza de la casa en construcción que hace a las veces de cocina y dormitorio. En las noches, tan solo cuatro son las camas que deben brindar descanso a los 14 integrantes de la familia.

La mayoría de los días, el alimento se presenta solo en el almuerzo. Durante la jornada, los niños deambulan en los espacios de la casa, detrás de los adultos, pidiendo el desayuno, la merienda o “la comida”.

Resulta que algunos de los pequeños concurrían a una escuela primaria pero tras un pedido de pase escolar, se les perdió el rastro. Esta situación derivó en una disminución y hasta suspensión de la Asignación Universal por Hijo, único ingreso fijo con el que cuenta la familia.

A ciencia cierta no hay un factor determinante que precipitó esta situación y que llevan “al batallón”, según nombran ellos al grupo, a la pobreza en la que se encuentran sumidos.

Estoy descontrolada” repite una y otra vez Ester y ante un obvio por qué, responde “tuve muchos hijos, ya no sé cuantos, pase muchas cosas, muchas cosas feas y me pierdo, no recuerdo las cosas…me olvido al ratito todo”.

El horror

Pero hay una historia que Ester tiene presente. Ella sostiene que todo esto se desencadenó hace 3 años cuando una de sus hijas denunció a quien entonces era su marido. Luego de muchos años de silencio su hija habló y apuntó a la entonces figura paterna, imagen que preservaba desde sus tres meses.

“Mi hija dice que él la violó, él dice que ella lo buscaba. Al final lo condenaron y ella lloró cuando le dieron diez años de prisión, por eso yo no le creo”, afirma un tanto molesta, sin reconocer que tal vez ejerció presión sobre su hija y evidentemente la culpó de lo que considera el quiebre de su paz.

Ocurre que aquella niña que el sujeto criaba fue luego sometida a continuas vejaciones hasta que varios años más tardes, después de concebir dos hijas producto de las violaciones del depravado, huyó y denunció su verdad.

La situación no fue tolerada por la madre que brinda pormenores de cómo su hija abandonó a una de sus nietas recién nacida. “Yo me hice cargo porque me preguntaron si las quería y yo las tengo. Viajo a visitar a mi marido a la cárcel Santa Fe, pero con mi hija, la madre de las nenas que vive también en Tostado, casi no tengo trato”.

El relato lo interrumpe su hija mayor “las pruebas dieron que mi papá –su progenitor- abusó de mi hermana porque los análisis dieron que él era el padre de las nenas” aseveró, ante el gesto incrédulo de su madre.

Puertas cerradas

Ester retomó la charla, pero dejó atrás la historia que involucra a su hija, y a sus nietas. Insistió en decir que a pesar de golpear puertas, en la municipalidad, no encontró respuestas.

“Nadie nos ayuda, solo un conocido nos da agua y nos deja lavar la ropa”, indicando que dicho lugar queda al otro extremo de la ciudad –barrio Suroeste-. “De acá a un par de cuadras una vecina nos presta el baño que es donde vamos”.

Profunda oscuridad

La noche parece maximizar el cuadro. La luz de una vela deja rincones oscuros, donde tal vez quedan por instantes los entretelones de la compleja historia familiar. Los niños caminan hasta caer rendidos, sin oportunidades de conciliar un sueño mágico, o al contrario, abrazándose fuerte a ellos para luego despertar.

Bocanadas de aire

Ester habló a través de FM SOON, aunque sin tantos detalles. La audiencia escuchó, y algunos aportaron su granito de arena para intentar mejorar la cotidianidad de esta familia: frazadas, mercadería, alimentos, útiles escolares no tardaron en llegar.

La madre de la familia se comprometió a enviar nuevamente los niños a la escuela lo que permitirá hacer un seguimiento de ellos.

No se ven muchas expectativas en Ester, quizás sea su forma de ser.

Se marchan tras decir gracias. Las vemos partir y nos dejan una inquietud que en minutos, en el silencio… se convierte en una aflicción. ¿Qué hacer con esta historia?¿cómo se puede ayudar?¿por dónde empezar?.

Se puede deducir que los golpes llevaron a que Ester se convierta en lo que es y que tal vez los mayores de este grupo no conciban otra forma de vivir, pero no se puede dejar pasar a los niños que observan pasar sus días; no sin darles la esperanza de que hay algo mejor, de que se lo merecen.

Canalizamos esto a quienes en Tostado tienen posibilidad de gestionar soluciones. El gabinete psicosocial del Hospital abordó la problemática. La asistente social reveló que desde “educación buscaban a estos niños” pero que se les había perdido el rastro, aquí…en nuestra ciudad.

Se esperan respuestas, se añora de que sean en breve, deseamos profundamente que los pequeños sean rescatados, que tengan la oportunidad de vivir dignamente, como todos los niños se lo merecen.

Esperaremos silenciosamente, aunque no dejando de sentir impotencia ante un estado que localmente no se ocupa, y que de manera provincial se tarda en la pesada burocracia, dispersa en infinitas secretarias.

No es el ánimo de “pegarle a nadie”, sino  la firme convicción de que hay historias que necesitan respuestas urgentes. Ojala, lleguen pronto para que las noches dejen de ser tan oscuras, y para que el despertar traiga consigo la posibilidad de que estos niños sonrian.

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