El jefe de Gabinete reaccionó con violencia por artículos referidos al caso Nisman. Acusó a los medios de mentir «permanentemente». El comunicado del Grupo Clarín.
En su habitual conferencia de prensa matinal, el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, rompió en vivo dos notas publicadas por el diario Clarín durante el pasado fin de semana y acusó a ese diario y otros medios de «faltar permanentemente a la verdad».
«La confrontación política va a ser una confrontación comunicacional permanente y para eso estamos, porque nosotros creemos profundamente en la libertad de expresión», dijo el funcionario para justificar su conducta violenta.
La primera nota cortada a pedazos por el funcionario aludía a la polémica que se generó por unas tachas de un escrito del fallecido fiscal Alberto Nisman, en la que preparaba un pedido de detención de la presidenta Cristina Fernández, el canciller Héctor Timerman y Luis D’Elía. La nota aclaraba que ese texto había sido descartada por el propio fiscal.
Después, el juez Ariel Lijo aclaró que uno de los escritos que se subió con tachas tras la muerte de Nisman era de él, porque decidió no dar a conocer las medidas de pruebas solicitadas.
La segunda nota destruida por el jefe de Gabinete era una columna de Eduardo van der Kooy, en la que adjudicaba a Capitanich haber sostenido que «el periodismo intenta tapar con la tragedia la cantidad de gente en la playa».
Adepa advirtió que se busca ahogar el disenso
«No es ese el modo en que se garantiza la libertad de expresión. Por el contrario, suele ser el camino para generar más violencia contra quienes piensan diferente», dijo la entidad.
La Asociación de Entidades Periodísticas de Argentina (Adepa)calificó al gesto del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, de romper en conferencia de prensa un ejemplar del diario Clarín como «una práctica que busca ahogar el disenso».
«El jefe de Gabinete de la Nación, Jorge Capitanich, dio hoy un nuevo giro a la política de confrontación comunicacional planteada desde el Gobierno de Cristina Fernández. Luego de rechazar el contenido de dos notas del diario Clarín del domingo último, rompió las páginas en las que se publicaron esos artículos, firmados por los periodistas Nicolás Wiñazki y Daniel Santoro, en un caso, y Eduardo van der Kooy, en el otro», explicó Adepa en un comunicado difundido hoy.
Agregó que la reacción de Capitanich «sorprendió a los asistentes a la rueda de prensa, aunque no es novedosa: el presidente de Ecuador, Rafael Correa, ha roto en varias oportunidades ejemplares de periódicos de su país, molesto por lo que esos medios afirmaban».
«Esa concepción de la prensa como un enemigo de las mayorías es utilizada a menudo para sostener un relato político -pese a que en Argentina este se ha mostrado muchas veces muy alejado de la realidad, como lo prueban las estadísticas oficiales sobre la inflación, por ejemplo- pero en nada contribuye al debate de ideas y a la búsqueda de la verdad real», sostuvo Adepa.
«La verdad -añade el comunicado- difícilmente pueda estar encerrada en la presentación de un funcionario ante los micrófonos, en un programa de radio o televisión, en un sitio de Internet o en un ejemplar en particular de un periódico. En un sistema democrático, la verdad se construye día tras día mediante el diálogo abierto, plural y sin descalificaciones entre todos los sectores de la sociedad: gobierno y oposición; funcionarios, legisladores y magistrados; empresarios y trabajadores; mayorías y minorías… Y los medios de comunicación son, en ese marco, una de las formas que las sociedades encuentran para informarse y debatir ideas. Con aciertos, con errores, con retazos de verdades que se unen a otros retazos para develar entre todos lo que ocurre, más allá de relatos, mentiras y medias verdades».
En consecuencia, Adepa dijo que «lamenta que desde la máxima conducción política del país se insista en plantear el ejercicio del periodismo como un campo de confrontación política y se recurra a expresiones de violencia verbal o física para descalificar a medios y periodistas por lo que publican. No es ese el modo en que se garantiza la libertad de expresión. Por el contrario, suele ser el camino para generar más violencia contra quienes piensan diferente, para ahogar así todo disenso e imponer la verdad de un sector sobre la verdad de la sociedad en su conjunto».
Grupo Clarín: El Gobierno ha cruzado un nuevo límite en la escalada de intolerancia y agresión
Mediante un comunicado, el Grupo Clarín se refirió a la repudiable actitud del jefe de Gabinete de Ministros de romper un par de artículos de la edición del domingo pasado de este diario.
El Grupo Clarín tiene que lamentar que el Gobierno haya decidido cruzar un nuevo límite en la escalada de intolerancia y agresión contra la prensa que viene alimentando, esta vez con un repudiable gesto que además entraña riesgos personales para el medio y los periodistas involucrados.
La decisión del Jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, de romper dos páginas de Clarín con artículos de reconocidos profesionales, conlleva una carga de violencia impropia de un funcionario de la democracia y configura además una peligrosa invitación a que este tipo de actitudes patoteriles se reproduzcan incluso en grados de mayor riesgo personal.
Que quienes más altas responsabilidades ejercen en el país -y por tanto deben velar por la convivencia, el diálogo y la seguridad de las personas- exhiban este tipo de conductas refleja una profunda anomalía institucional.
La clara inspiración del gesto de Capitanich en otros mandatarios de la región con rasgos autoritarios y hegemónicos, revela a las claras las fuentes en las que abreva el oficialismo en su concepción y relación con la prensa no adicta.
La elección de tres reconocidos periodistas de Clarín (Eduardo Van der Kooy, su columnista político desde hace 25 años, ganador del Premio Ortega y Gasset; Daniel Santoro, referente internacional del periodismo de investigación, ganador del Premio Rey de España; y Nicolás Wiñazki, joven y destacado periodista que reveló algunos de los casos de corrupción más emblemáticos de los últimos años) muestra a las claras que en su obsesión por tapar la realidad, el gobierno ha decidido ir por todo.
Podría haber cuestionado, rebatido o aún desmentido el contenido de las notas, y ese debate sería válido y legítimo. Pero el gobierno optó por estigmatizarlos e intentar disciplinarlos con una carga de violencia inédita.
Pese los escraches y amedrentamientos, los tres periodistas han ratificado el contenido de sus artículos, que fueron realizados de acuerdo a las normas y estándares profesionales, con fuentes inobjetables y con los chequeos necesarios para ser publicados.