El delantero, de 23 años, hizo el gol del triunfo que valió el pasaje a la definición del torneo; la historia del niño que jugaba descalzo y del adolescente que recién empezó en inferiores a los 16.
«¿Con quién de Barcelona querés cambiar la camiseta?», le preguntan a Lucas Alario . «Yo me quiero quedar con la copa», responde el delantero, de 23 años, el hombre que en sólo cuatro meses se ganó un lugar grande en la historia de River con goles que lo marcarán para siempre, los que sirvieron para ganar la Copa Libertadores y el que valió el pasaje a la final del Mundial de Clubes .
Es el hombre de la película, Alario. Un film que puede durar un año o siete según la cantidad de capítulos que quieran contarse sobre este delantero, a quien en julio River le compró el 30 por ciento del pase por 1,3 millones de dólares y llegó desde Colón de Santa Fe. El club iba a adquirir el 60 por ciento, pero por una anomalía que se detectó en la rodilla derecha del delantero se decidió posponer para junio de 2016 la compra del 30 por ciento restante, Algo que, se descuenta, River hará.
Hace exactamente un año, Alario convertía unos de los goles para el ascenso a Primera de Colón tras haber perdido la categoría seis meses antes. Hoy es campeón de América y jugará la final del Mundial de Clubes en Japón. «Son las cosas lindas del fútbol», dice y no se ruboriza cuando se le comenta que Gerard Piqué dijo el sábado que a Alario no lo conocía: «Es lógico que no sepa quién soy».
«Sigo viviendo un sueño desde el día que me tocó ganar la Libertadores. Siempre veía estas competiciones por tele y hoy vivirlas desde adentro es muy lindo y trato de disfrutarlas al máximo», explica Alario, que ya se imagina un duelo contra Barcelona en la final del domingo: «Sería una experiencia hermosa jugar contra Messi, Neymar, Suárez, algo muy lindo. Esperemos preparar el equipo de la mejor manera».
A los 27 minutos del segundo tiempo, Alario marcó de cabeza el tanto del triunfo ante Sanfrecce Hiroshima en una noche que estaba siendo difícil para River. «En un momento sufrimos, pero en el segundo tiempo lo manejamos. Uno siempre piensa en positivo, que una me iba a quedar y por suerte me quedó y sirvió para ganar el partido. Mis compañeros me felicitaron», contó.
Alario nació en Tostado, Santa Fe, pero se crió en Cuatro Bocas, Santiago del Estero, un lugar de no más de 300 habitantes. Sus padres debieron recorrer 50 kilómetros para que naciera en un sanatorio. De niño le gustaba jugar descalzo y mostraba su talento en San Lorenzo, el equipo de su pueblo. Se probó en Newell´s y no lo llamaron. Un amigo lo llevó a Colón y quedó, con el detalle de que recién empezó a jugar en inferiores a los 16 años. Siete años después vive días de película y con sus goles sigue escribiendo la historia de River.
FUENTE: La Nación