Para la fiscalía, el 25 de junio de 2017, Dalma Barreto de 17 años fue citada por su novio -un joven de Villa Minetti-, en un maizal en Las Arenas; él no fue. Para los investigadores mandó a su sobrino para que le diera un susto y abortará pero, la mató de un disparo en la cabeza.
Un tribunal juzgará a Daniel Amaya y a su sobrino Benjamín Kasinsky por el brutal asesinato de una adolescente embarazada, pareja del primero, en Las Arenas, Belgrano, y la Fiscalía apuesta a sendas condenas de prisión perpetua.
El debate se ventilará en los tribunales capitalinos entre el 27 y 31 de mayo y será timoneado por los camaristas Julio David Alegre Paz, María Eugenia Carabajal y Luis Domínguez.
Amaya y Kasinsky están acusados del ‘homicidio calificado agravado por el vínculo’ de Dalma Barreto, una adolescente que el 25 de junio del 2017 recibió un tiro en la cabeza, al parecer ‘obra’ de Kasinsky y a pedido de su tío, Amaya.
Visión fiscal
Para la fiscal María Emilia Ganem, la jovencita era rechazada por su novio, ya que él tenía otra pareja y en más de una ocasión le había pedido que abortara.
Después de varios largos meses de ausencia, Amaya habría retornado a la vida de Dalma y la citó, por whatsapp, para verse en unos maizales, a 300 metros de su casa.
Dalma fue a su encuentro, de madrugada, pero Amaya jamás se presentó. Sí asistió Kasinsky y la ejecutó desde unos escasos centímetros.
Casi dos años después, tres camaristas sentarán en el banquillo de los acusados al tío y al sobrino, quienes llegan con un discurso antagónico.
Sí, pero no
Kasinsky sostiene que le hizo “un favor” a pedido del tío, pero éste jura: ‘Yo sólo le pedí que la asustara, no que la mate’.
Los defensores de Amaya, Franco Cejas Escalada y Gabriel Gómez, apostarán todo a un “homicidio simple”.
Destinarán sus energías intentando convencer a los jueces que instigó el asesinato de su novia y que sólo solicitó que le diera un susto y nada más.
A su vez, la defensa de Kasinsky abogará por hacer caer el “vínculo”, resuelta en prevalecer el “homicidio simple”.
El motivo es uno solo: rescatarlos de una segura condena a prisión perpetua.
Si tomara forma la teoría del “homicidio simple”, el escenario prevé condenas mínimas y máximas de 8 y 25 años de prisión, respectivamente.
Las audiencias incluyen más de 30 testigos, entre policías, amigos, psicólogos, forenses y peritos.
FUENTE: El Liberal