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Los Juríes: “No la vi”, habría manifestado el conductor que mató a la docente

El sospechoso, un sujeto oriundo de Villa Minetti,  dijo que el camión que circulaba adelante levantó mucho polvillo en el camino por lo que no vio a la docente en bicicleta.

«No la vi, no la vi”, habría repetido el conductor de la camioneta que embistió una motocicleta y mató a una docente, a quien abandonó en un camino vecinal, donde dos horas después fue encontrada y se comprobó que estaba sin vida. El sospechoso, Luciano Marcelo B., de 39 años y domiciliado en Villa Minetti, se encuentra preso en la Comisaría 48ª de Los Juríes y acusado de homicidio culposo.

El accidente sucedió a las 13 del día viernes, sobre un camino vecinal del Lote 27, ubicado a 25 kilómetros de Los Juríes (Taboada). Norma Alejandra Ledesma (47 años) se dirigía al local escolar del Lote 52, donde enseñaba.
Barbero, quien es fumigador y se encontraba recorriendo distintos campos de la zona para realizar su trabajo, circulaba de norte a sur en la Ford F-100. Habría indicado que adelante de él circulaba un camión que levantó polvillo. Asimismo, se sospecha que la motociclista podría haber realizado una maniobra hacia el medio del camino para evitar una zona de tierra blanda, ocasión en la que se produjo la colisión frontal a la altura del faro izquierdo del rodado mayor. “Solo la vi cuando voló por el costado de la camioneta”, habría manifestado cuando fue apresado. El santafesino detuvo la marcha metros más adelante, pero decidió seguir viaje, sin auxiliar a la víctima. Horas después, una vez que la Policía fue informada por vecinos de la presencia de una persona sin signos vitales, Barbero interceptó un patrullero y contó que él había protagonizado el siniestro.

Los Juríes sigue conmocionado

La conmoción sigue latente en Los Juríes, que ayer a la mañana despidió los restos de la docente en el cementerio local. Se llamaba Norma Alejandra, pero todos la conocían como “Marcela”, en honor a su madre, ya fallecida. La maestra, quien se domiciliaba en el barrio Matadero, estaba casada con un comerciante y tenía dos hijos. Sus compañeras —con sus guardapolvos— la despidieron con profundo dolor.

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