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AÑATUYA – ABERRANTE


AÑATUYA – ABERRANTE
Menor violada por su tío reveló que también abusó de tres hermanas

“Cuando era niña abusó de mí por primera vez en el monte, lo dije, pero no me creyeron”, relató la jovencita en diálogo con EL LIBERAL. El victimario le rogó por mensaje de texto que no lo denunciara, pues estaba arrepentido.

María” fue ultrajada en cuatro ocasiones, pero su mente y su corazón lucen firmes, puros y optimistas en un mejor mañana.
La joven tiene 14 años. El lunes habría sido vejada -de nuevo- por un tío de 25 años. La odisea de “María” (identidad ficticia) sería una práctica frecuente en el sujeto, a quien se le atribuyen abusos sexuales con otras tres hermanas de la menor.

Dolida
Agobiada, no resignada, pero con un enorme fastidio por tanta orfandad familiar, María se recupera en casa de su hermana.
Bien lejos de Maquito.
“Desde chicas nuestros padres nos dejaron solas. Mi madre se fue a Buenos Aires y mi padre, rehízo su vida y está en pareja”.
La menor habla claramente. Su voz delata tristeza, pero también madurez y fortaleza ante la adversidad.
‘”La primera vez que mi tío abusó de mí tenía 5 años. Era una nenita. Como mis padres trabajaban, acostumbraban dejarme durmiendo sola. Siempre volvían rápido a casa”.
Ahonda: “Mi papi trabajaba en una finca. Un día salí por el camino. Iba a buscar a mi papi. En el camino salió mi tio. Me dijo te alcanzo hasta tu papi. Me tomó en brazos y me llevó en upa”.
Surca alguna lágrima, pero la joven prosigue el relato: “Yo lo seguía. Él me hacía jugar. Y la mayoría del tiempo se quedaba en casa”.

Monte y locura
“Antes de llegar, mi tío se paró en el camino. Me dijo pará, pará, voy a sacar leña. Mientras estaba en el monte me llamó”.
En segundos, la niña se acercó al tío.
“Ayudame que me enganché con una rama, me dijo. Me acerqué. No podía ayudarlo porque era chica. Me alzó y me metió en el monte y me puso de costado”, ahondó María.
“Estamos jugando -dijo- y repitió estamos jugando”.
Profundiza: “Me bajó el pantalón. Le dije no me hagas, no me hagas. El se reía. Me decía que era un chiste, un juego. Él tenía 16 años. Y me hizo cosas”.
Tras la vejación, “me levantó y me llevó a la casa. Lllegué llorando. Tenía la ropa manchada con sangre, No quería decirle nada a nadie. Pensaba que me había lastimado. Que me había golpeado”.
Minutos después, los padres advirtieron la ropa con sangre.
“Me preguntaron. Les dije que estuve con el tío y lo que había pasado en el camino”.
No fueron necesarias las palabras. Los adultos intuían que algo malo pasó con “María”.
“Fuimos a su casa y le dije delante de mis abuelos que mi tío me hizo cosas. Me acusaron de mentir. Aseguraron que él estuvo en la casa y nunca salió. Fuimos a la policía y mi mami hizo una exposición”.
“Volvimos a casa y eso quedó ahí. Nunca me olvido. Me acuerdo de noche siempre. Aún cuando haya podido haber tenido días lindos. Nunca me olvidaré”.

“Seguía como si nada”
“María” destina todo el tiempo del mundo para recordar. Llora, pero sus lágrimas no la distraen.
“Siempre lo veía. Vive a pocos metros de casa. Él seguía como si nada hubiese pasado”.
Lejos de terminar, aquella odisea acababa de iniciarse
“A los 11 años empezó a molestarme de nuevo. Un día me dijo que estaba enamorado de mí”, agrega la menor.
“Me decía que no sabía por qué me llamaba o trataba como sobrina. Te veo como mujer, me insistía”.
Cada palabra del tío eran transmitidas a la madre, sin embargo no se traducían en acciones de los adultos.
“Trataba de no pensar. De qué me servía hablar, si nadie me escucharía o creería. Llegó a confesarme que estaba enamorado de mí”, resaltó. Para frenar los días sombríos, la madre resolvió llevar a “María” a Buenos Aires.
“No te vayas, me pedía.
Otra vez hicimos exposiciones y me llevaron a Buenos Aires. Allá fui al hospital. Tenía psicólogos que me recomendaban hacer deportes. Lo que sea. Para pensar en otra cosa. Buscar olvidar”.
Pero “María” sufría. Padecía su estigma. “Pensaba en mis hermanos. Creía que se desquitaría con ellos. Una vez me amenazó que si hablaba me mataba, o le haría algo a mi hermano varón”, enfatizó.

 

«Cuando tenía 13 años volvió a abusar de mí»
“Regresé a los 12 años. Me costaba ir a mis vecinos. Quería estar en casa y sola. Todo me provocaba tristeza y miedo”, continúa María.
Transcurrieron los años y el tío reincidió. “Tenía 13 años. Fue en octubre del año pasado. Volvió a abusar de mí. Mi hermana hizo la denuncia en la Comisaría del Menor y la Mujer”. De nuevo, la verguenza y la tristeza ante la desprotección”.
“Este lunes estaba sola en casa. Mi hermana se había ido a la escuela. Llegó, empujó la puerta y entró”.
La niña descansa. Las lágrimas calan y abren surcos en su corazón.
“Callate, me gritó. Pensá que estas besando a un chico que te gusta. Cierra los ojos y hagamos el amor. Ese día abusó otra vez de mí. No sabía qué hacer. Quedé sola. Llorando. Avisé por sms a mi padre y él me pidió que vaya a su casa. Después, fuimos e hicimos la denuncia policial”.
Todo indica que se terminaron los días grises. La Justicia ayer recibió parte del sumario y de inmediato se tomaron medidas.
El juez Ramón Tarchini Saavedra ordenó una Cámara Gesell, la cual se concretará hoy a la mañana.
También dispuso un informe socioambiental, en pos de determinar todo lo atinente a la vida de la menor y del acusado.

 

 

Llorando, el sujeto rogó que no lo acusaran ante la policía
«Me imploró por teléfono que no lo denuncie”, reveló “María”.
“Tanto a mi hermana, como a mí, entre el lunes y ayer, nos mandó muchos sms. Nos ruega que no lo denunciemos”.
A partir de lo sucedido con “María”, las otras hermanas se atrevieron a desmenuzar sus historias.
Tanto las de 20, como la de 16, dejaron trascender que también fueron víctimas de abuso por parte del tío”.
“Quizá no fue más allá porque no tuvo la oportunidad. Con “María” sí, porque siempre estaba solita”, confiesa una de las hermanas mayores.
Soledad
¿A qué se deben tantas penurias?
“Quizá porque siempre estuvimos solas. De no ser por una capilla, hasta tal vez no hubiésemos comido. Es triste estar solas y que debas vivir de los demás. Más doloroso es sentir que tus padres te dejaron abandonada”, reflexiona la menor.
“Estamos tristes. Pero tenemos una noción de la vida que queremos. Estoy cansada de llorar”, ahonda.
¿Qué esperas para tu vida?
“Seguir adelante. Que la Justicia lo detenga. Que se haga responsable por lo que nos hizo. Yo no puedo volver a casa. Tengo miedo. Alguien debe cuidarnos. Lo peor lo vivimos ya, pero confío en que estaremos mejor y saldremos adelante”.

 

 

FUENTE: El Liberal

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