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Enorme dolor en sepelio del chico asesinado en Bandera

Lo determinó la autopsia. Su verdugo tiene 16 años. Este viernes será trasladado a Tribunales de Añatuya. La Fiscalía pedirá que se aplique el Régimen de Minoridad y lo trasladará al Penal de Menores.

 “Somos los buenos, nunca (sic) van a poder wachos… Pinta pelea esta noche, parece”.
“E.A.” (16), destilaba sus emociones por Facebook, las mismas que ahora erosionan su futuro, al haber matado a Diego Escalante, de 15 años, del Bº Ciclón.
Hasta anteayer, los adolescentes corporizaban la estampa de cualquier joven: deportistas, muy amigos de sus amigos y de clase sencilla.
A las 18 del miércoles, sobrevino el horror. Según los testigos, ambos acordaron reunirse en la plaza San Martín, en el corazón del barrio Boca.
A esa hora, Diego salía del colegio secundario ubicado enfrente. También a 50 metros, “E.A.” vive con su padre y tres hermanos.
Según la docente Curia Francaris, “vi a los chicos en la plaza. Discutían. Los reté. Uno quiso hacerme caso, pero en segundos empezaron a pelear”.
Ahondó: “Ahí vi que él (“E.A.”) sacó una navaja. Tuve miedo. Siguieron peleándose. Forcejearon y cayeron al piso. En segundos, ví que Diego tenía sangre, pero no sabía de dónde le brotaba. Se puso de pie, caminó creo 50 metros y cayó…”
Desesperación
Al instante, los gritos alarmaron a la policía.
“E.A.” habría corrido hasta su casa y un amigo alertó al padre, Julio, por teléfono.
Según la investigación, cuando llegaron policías y enfermeros, Diego estaba muerto. La autopsia habría adelantado que el deceso sobrevino por una herida de 1,5 cm de diámetro por 3 a 5 cm de profundidad.
Se presume que la muerte fue por broncoaspiración, al haber tragado la víctima su propia sangre.
Por disposición de la fiscal Karina Gutiérrez, la policía secuestró la mochila de Diego, la navaja de “E.A.”, ropa de ambos. Un detalle curioso, ninguno llevaba celular.
El jueves, después del mediodía, los restos de Diego fueron despedidos en una sala velatoria.
Más de tres centenares de personas le tributó el último adiós: inútil era ensayar cualquier gesto de solidaridad con su familia.
Totalmente abatidos: así despidieron a su hijo el padre y la madre, quienes evitaron mascullar bronca o verbalizar algo que pudiese asemejarse a un deseo de venganza.
Destrozados
Cerca de las 17 partió el cortejo fúnebre a la iglesia San Francisco Solano. En todos los compañeros del colegio brotaban lágrimas.
Después del oficio religioso, el cortejo continuó la marcha hasta el destino final: el cementerio San Salvador.
Recubrían el féretro flores y coronas dejando en claro que Diego fue un chico muy querido y valorado.
«A mi hijo, la barra del chico lo amenazó»
Julio , el papá del acusado, afirmó ayer: “Mi hijo vivía amenazado. Desde hace varias semanas, la barra del chico fallecido le advirtió que lo mataría”.
Mezcla de dolor y susto, el padre del detenido señaló: “Días atrás le dijeron a mi hijo, cuidate, sacate foto grande para que tu papá te reconozca porque te vamos a matar y tirar en la cuneta”.
Ahondó: “Trabajo todo el día. Sé que mi hijo andaba con miedo. Él decía que la barra iba a cumplir la amenazaba”.
Consultado sobre cómo encontró al joven, tras la tragedia, relató: “Llegué a casa y estaba temblando. Me dijo que lo había hincado al chico. Fui a la plaza y lo vi muerto”.
Enfatizó: “Todo esto es muy triste y trágico”.
Las hipótesis que guían a los fiscales de Añatuya
Este viernes “E.A.” enfrentará a la Justicia. Ante los fiscales podrá decir su verdad, o no.
Prima facie, la Fiscalía solicitará la aplicación de las leyes de Minoridad, pero no implica que no sea imputable.
Se sabe que los fiscales ya pusieron a trabajar el andamiaje judicial. Serán citados la docente, dos amigos, dos chicas que se encontraban en la plaza y una ex pareja de la víctima.
Se trataría de “Y.L.”, quien habría sugerido a “E.A.” que Diego no sentía simpatía por él, lo cual se presume contribuyó al horror. Para los testigos, la antesala al crimen fue un encuentro agrio en el que los dos chicos se trenzaron en una disputa. Los fiscales necesitan conocer el tenor de ese supuesto odio: el posible móvil oscilaría entre celos, rivalidad, resentimiento y hasta condición social.

FUENTE: El Liberal

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